Podría contar varias, pero hay una muy surrealista que me superó bastante y aunque lo parezca, os juro que no es una trola.
Corría el año 2001, iba a realizar un reportaje de bodas a Granollers, el cual había contratado mi compañero videógrafo en la oficina que teníamos allí y que el gestionaba. El trabajo de foto&video lo contrató mi compañero, así que yo hasta el día de la boda, no conocí a la pareja.
Cuando llegué a casa de la novia (No diré su nombre, que el mundo es muy pequeño) para hacerle fotos, me preguntó... ¿Tú eres el chico que hace esas fotos tan chulas que he visto? Le dije que si y a continuación comencé a fotografiarla. A las 5 o 6 fotos, me pregunta si me gusta su vestido, yo le digo que si, que era muy chulo y así, sin más, me suelta... "Pues lo más bonito no lo estás viendo, mira..." y se levanta la parte delantera del vestido y me enseña su liguero y ropa interior semi transparente blanca en medio de una sonrisa para a continuación, darse la vuelta, agachar la espalda, ponerse con el culo en pompa (literal) y decirme un "Mira que tanga tan bonito ¿Te gusta?"
Aún recuerdo la cara del videógrafo que estaba a mi lado (Un chico bastante tímido) la mía obviamente no me la pude ver, pero seguramente también sería digna de fotografiar. No daba crédito a lo que estaba pasando con alguien que hacía escasos 10 minutos que conocía. Por pura cortesía le respondí que si, que era muy chulo y se empezó a reír.
Seguidamente, seguimos con las fotos y todo transcurrió sin más sobresaltos, hasta la sesión de exteriores después de la boda, donde el novio, mientras íbamos caminando a otra localización me soltó sonriendo un... "Que, ¿Está buena mi mujer no?
a lo que respondí con un más que respetuoso "hombre, hoy va muy guapa, si"
Por entonces, llevaba realizando reportajes de boda desde hacía 8 años y nunca había vivido algo así (Y mira que en las bodas pasan muchas cosas)
Yo no terminaba de salir de mi asombro y no ocurrió nada más hasta el momento en que, empezado ya el baile, yo estaba recogiendo ya el equipo para irme a casa. Entonces, vino la novia y me soltó un... "Antes de irte, tienes que bailar conmigo" a lo que sonreí, pero no hice mayor caso.
El problema fue que, a los 5 minutos, cuando mi compañero y yo fuimos a despedirnos de la pareja, ella me cogió de la muñeca y me arrastró a la pista, ni tiempo tuve de soltarme ni de mediar palabra, cuando quise reaccionar, ella me tenía cogido de las manos y contorneándose a dos palmos de mi, pero lo peor tenía que llegar aún, yo, patoso bailarín, totalmente sobrio (No bebo cuando trabajo) y encima superado por la situación, intenté mover el esqueleto como pude, ella se me acercó más, haciendo su baile mucho más sensual, rozándome y penetrándome con su mirada mientras esbozaba un... "Acércate, no tengas miedo que no te voy a comer" en eso, los invitados nos hicieron el corro, todo el mundo mirándonos y aplaudiendo (Incluso el novio) y yo deseando que terminase la canción (Que fue la más larga de mi vida)
El estar en esa situación, en una posición claramente en desventaja al estar trabajando y no poder ser tu mismo por puro saber estar, respeto y profesionalidad, fue algo bastante agobiante para mí.
Cuando por fin terminó la canción, le di dos besos y me despedí. Ella entonces sonriendo y con una mirada más que aclaratoria, me soltó la última perla de la noche... "Quédate, hay una habitación pagada en el hotel de alguien que ha fallado a la boda" oferta que cortésmente decliné.
Luego, ya en casa, me costó mucho dormir y ya en frío, los días posteriores lo comenté con el videógrafo (Que aún estaba flipando con lo ocurrido) y bueno... Las explicaciones más coherentes que se me ocurrieron ante ese comportamiento fueron que ambos eran swinger (O como mínimo de mente muy abierta) y que quizás tenían como fantasía (Planeada o no) el hacer un trío con el fotógrafo el día de la boda o que, simplemente ella era habitualmente infiel a su ya marido y vio en mi la posibilidad de un revolcón en una situación de mucho morbo para ella. No se me ocurrieron más sin recurrir a las clásicas de ir pasada de drogas o alcohol. Si sólo hubiese sido en el baile, podría ser porque hay gente que se pone muy ciega en las bodas, pero a las 15h30 o 16h que llegué a su casa y hasta el banquete, ella era muy consciente de lo que estaba haciendo (O eso parecía)
Es algo que nunca sabré a ciencia cierta porque, por suerte, el encargado de entregar y cobrar el trabajo terminado fue mi compañero en Granollers, el era el que tenía sus teléfonos y yo no volví a tener contacto con ellos. Si le dijo a mi compañero al recoger el álbum, que les había encantado el trabajo y que me felicitase y diese recuerdos de su parte, pero ya está. Si hubiese sido una pareja contratada por mi en mi estudio, ese momento hubiera sido muy comprometido para mí. Hoy día, donde tengo web, redes sociales, whatsApp, etc igual la historia hubiera podido tener más capítulos, pero por entonces, si no tenías el teléfono móvil de la persona, ya perdías contacto y en parte, me alegro.
De toda esta experiencia reafirmé algo que ya sabía, que hay que saber contar hasta 10 y a pesar de todo lo que te pueda suceder, hay que ser 100% profesional en tu trabajo y cumplir el famoso dicho de "donde tienes la olla, no metas la p... " y aprendí otra mucho más importante... Desde ese día, cuando voy a despedirme del cliente, voy con la mochila del equipo cargada a la espalda y la cámara (O tablet) en la mano por si me encuentro con otra persona con intenciones de sacarme a bailar