Azotaina y masturbación.
Hay una escena que tengo muy grabada en mi cabeza. Ella está sobre mis rodillas, su ropa interior a medio muslo o en los tobillos, su piel roja, caliente y brillante, jadea relajada y quieta, entonces empiezo a acariciarle las nalgas, están calientes y la piel reacciona a mis caricias, poco a poco las caricias son más intensas y abarcan más zonas. Así en mis rodillas está indefensa y muy expuesta, tengo acceso a toda su intimidad, tarde o temprano mis dedos acaban allí, en su sexo y alrededores, a veces me limito sólo a eso a comprobar. A veces ese simple gesto es muy perturbador, el mero hecho de hacerle consciente que a pesar de tener el culo en llamas está mojada y cachonda. Pero no pocas veces también sigo y las caricias van a más, mis dedos se hunden en la humedad caliente de su sexo y empiezo a mastubarla, ya no hay marcha atrás, ya no pararé hasta que me de un orgasmo, intenso y confuso...Es algo que he hecho muchas veces, sobre todo en mis rodillas, masturbar justo después de una azotaina, cuando la sensación de los azotes aun está muy viva, creo que es algo muy interesante y que viene a aumentar muchas sensaciones pretendidas en el juego, como la de descontrol, la de abandonarse incluso hasta llegar a ceder el propio cuerpo. Además puedo asegurar que por experiencia en estos casos el orgasmo suele ser rápido e intenso, lo que aun hace más evidente ese estado mental.
Según el informe Hite sobre sexualidad femenina, el 95% de las mujeres llegan al orgasmo de la forma más rápida y efectiva a través de la estimulación manual. La dualidad de las manos, la misma mano que castiga firme y severa, después acaricia, reconforta, calma y también es capaz de dar placer de forma efectiva y rápida. Tal vez sea una de las grandes olvidadas de la sexualidad: la mano.
Personalmente creo que esa dualidad es muy interesante aprovecharla si queremos darle a los juegos un punto más sexual. Pero desde la vertiente más mental, la escena que os narraba al principio, no es un premio, ni tan siquiera after care, para mi no deja de ser tal y como la he narrado un parte más del castigo, que ahonda en todas esas sensaciones de vulnerabilidad, exposición, entrega, descontrol sobre el propio cuerpo...incluso podría tener cierto toque infantilizante y aprovechando esto podemos sacar rendimiento y hacer más amplios los juegos.
Otras opciones que he usado mucho y que tienen como base esa mezcla de azotes y masturbación son:
-Hacer masturbar como parte del castigo. Por más confianza que pueda haber, masturbarte delante de alguien puede ser profundamente perturbador y más si encima es una "orden" de alguien que sabes que no va a perder detalle o que incluso puede fijar un límite de tiempo para hacerlo. Desde el otro prisma, ver como se masturba una mujer es todo un aprendizaje, saber como se toca, donde, cómo, que ritmos sigue, si se estimula alguna otra parte del cuerpo es fantástico, así puedes tomar nota e intentar hacerlo lo más parecido posible porqué sabes que funciona.
-Hacer masturbar en el rincón. Esta quizás sea la más difícil o más avanzada, ya tener que ir al rincón después de una azotaina no es fácil, si encima una vez allí debes masturbarte de pie, en una posición no cómoda, seguramente con muchas cosas pasando por la cabeza, puede ser un experiencia difícil y de máxima entrega. Es cierto que quizá el contacto visual es menor, pero incluso así lo imagino cómo mucho mas perturbador y con una carga más fuerte de sensación de descontrol.
No desaprovechéis el poder de las manos.