A mí me parece que algunos de los aquí presentes no se han pasado por Tinder, jajaja.
Una de las cosas que me parecen más interesantes del mundo liberal es que, a diferencia de lo que sucede en las aplicaciones de ligoteo tradicionales en donde tienes una foto y dos líneas y te lo juegas todo en un café o una cena, tanto webs como ésta como los locales de intercambio permiten que las reglas que parecen determinar los parámetros de belleza/atractivo en el mundo "de afuera" se obvien o se subviertan.
Cuando se cruza la puerta de un local liberal, no eres ni médico, ni corredor, ni bebedor de vino tinto, ni aficionado a las motos ni realmente a nadie le importa si vas al gimnasio o eres más de Sexo en Nueva York que de Juego de Tronos. Eres un ser humano con un cuerpo y una mente presumiblemente dispuestos al juego y a la exploración, por lo que defiendo la opción de no necesitar mucho más que una cuantas palabras para iniciar un avance, si lo que vemos/oímos, una característica particular, la risa, el tono o la elección de las palabras nos resulta atractiva. Luego las cosas salen como salen, esa es otra historia
Y luego están las conversaciones largas, las amistades que se forjan, los diálogos surrealistas, divertidos y cachondos que para mí han sido quizás casi lo más importante, a veces incluso que la experiencia física. He interactuado con personas que inicialmente no me habrían parecido atractivos pero que al calor de la conversación me han ido encendiendo y con quienes me he sentido cómoda, feliz y satisfecha. Y me he preguntando a cuántas personas estupendas me habré perdido fuera por considerar mayoritariamente criterios físicos. Porque yo me considero una mujer a la que se le nota la edad, con sus arrugas, estrías y michelines, y sin embargo... algunas de esas experiencias me han hecho sentir radiante, bella, llena de energía y de luz.
Afuera hace más frío, en mi opinión.