Mis relaciones sexuales son bastante vainilla. Pero hubo esa vez...
Estaba con esa persona con la que tenía una relación, alguien muy especial. En general es una persona dulce y cariñosa. Independiente y decidida eso sí.
Aquella noche estabamos en su habitación. Yo tengo un carácter muy chinchorrero, me divierte hacer trastadas, "meter el dedo en el ojo" para que me entendáis. No recuerdo por qué empezó la cosa, supongo que algo por lo que fingí hacerme el ofendido. Así que cuando se acercaba a abrazarme la empujaba. Primero suavemente. Luego cada vez con más fuerza a medida que ella volvía más enfadada por no tener lo que quería. En una de éstas la lancé contra la cama.
Se levantó, vino hacia a mi y de repente, ¡zas! Me soltó un guantazo lleno de rabia. Sentí un subidón de energía, un chute de adrenalina como recuerdo pocos, ninguno en el terreno sexual. Ella me miraba como sin entender tampoco lo que había sucedido.
Sin pensar le devolví el bofetón con ganas. Ella volvió a mirarme con la misma estupefacción pero al instante reaccionó dándome otra hostia, aún con más ganas.
La lance a la cama, me tiré sobre ella. Nos devoramos a bocados rabiosos mientras nos arrancábos la ropa. Follamos como animales y nos corrimos a lo bestia.
Recuerdo pocos polvos como ese.
Aunque nunca leeras esto, ¡eres única Menina!