Me gusta que la chica me vaya guiando cuando le practico el cunnilingus, que con palabras ‘sucias’ me vaya diciendo cuánto está disfrutando o dando instrucciones: “¡Sí, me encanta que me comas así el coño... chúpalo más...!”
De igual modo me gusta hacer lo mismo mientras ella me practica una felación: “¿Te gusta mi polla? Qué bien me la comes, me pones a cien... trágatela entera...”
Hablar demasiado puede ser pesado, pero no concibo el buen sexo sin hablar, sin utilizar el lenguaje -siempre desde un pacto consentido y respetuoso- para excitarnos aún más...