Por: Maria Andrea
Estos tres elementos, he descubierto que son la base para cualquier encuentro sexual satisfactorio. Cuando las tres se conocen y se encuentran, se procuran y alimentan como fuego vivo, podemos llegar a niveles de placer que van más allá del cuerpo físico.
¿A qué me refiero con esto? ¿Por qué estas tres en particular? ¿Y el consentimiento no es también fundamental? Vamos por partes. Descubriendo cada aspecto, como en un buen foreplay.
Maria Andrea Es una artista y activista mexicana, actriz, cantante, performer y escritora, fundadora de la plataforma de acción y co-creación Caldero, host del podcast Entre Tus Piernas y autora de el audiolibro La Pieza Clave. Durante los últimos años, se ha enfocado en el proceso de transformación y regeneración del vínculo entre cuerpo y espíritu, cultura y naturaleza, a través de las experiencias inmersivas, tantra, tao, coaching de integración, ciencias sociales, magia y rituales, en pláticas, talleres, creación de contenido digital, sesiones individuales y de pareja, facilitando experiencias, acompañamiento y creación de piezas performáticas.
EL DESEO
El deseo, también tiene tres partes que lo componen: el riesgo, la seguridad y el tiempo. El riesgo de ir por algo que no tenemos, donde puede haber incertidumbre e implica dar un salto y enfrentarnos con la posibilidad del fracaso o el rechazo. La seguridad de saber que eso que deseamos, nos es posible, que sabemos lidiar con el rechazo o el fracaso y aceptarlo con la frente en alto. Si hay demasiado riesgo sin seguridad, nos congelamos. Si hay demasiada seguridad sin riesgo, no hay novedad.
Si sabemos cómo funciona el deseo, podemos jugar con él a nuestro favor, alimentando la expectativa de lo que será para que cuando llegue sea más gratificante. Es ahí donde entra el factor del tiempo. Si lo que deseo, llega de inmediato y la gratificación es instantánea, no hay fantasía, tiempo para anhelar y darnos cuenta cuánto queremos algo. Si podemos alargar el tiempo mientras sostenemos el deseo y lo alimentamos, la gratificación será mayor cuando finalmente consigamos lo que hemos querido por todo ese tiempo.
Esta no es una receta de cocina. Cada persona es diferente y cada situación también. El deseo es lo que nos mueve, lo que nos hace estar con vida, querer expandirnos, conocer más, es lo que ha motivado a nuestra especie a viajar, a descubrir, a inventar. Lo que nos hace ir más allá de los límites de lo conocido y familiar para evolucionar.
EL EROTISMO
El deseo sin erotismo, se queda en el reino de la fantasía. El erotismo, es disfrutar de la vida, gozarla a través de todos nuestros sentidos. Habitarnos como seres eróticos, es el puente entre lo espiritual y lo mundano. Invita a la presencia y a reconocer las sensaciones del cuerpo en todas sus interacciones con el mundo que nos rodea. Es hacer el amor con la vida, por el simple hecho de vivir y conectarnos con el todo.
La sexualidad no siempre es compartida, también la gozamos en nuestra intimidad personal, al masturbarnos, fantasear, desear, erotizarnos. No requerimos a otra persona para vivir ninguna de estas cosas, y también es delicioso compartirlas. En cuanto al consentimiento, por supuesto que es fundamental en cualquier interacción con otra persona, en este caso, lo incluyo dentro del deseo, pues el deseo de la otra persona conlleva consentimiento. Sin consentimiento, no hay deseo y no puede compartirse. Si cuidamos nuestro deseo y el de la otra persona, damos espacio para que ocurra y se desarrolle, el consentimiento está implícito, pues idealmente, el consentimiento es entusiasta. Es decir, hay deseo.
Habitarnos como seres eróticos, que se disfrutan, se dejan ver, que ven y gozan, disuelve las expectativas de la fantasía para que la intención del deseo se acuerpe en tiempo presente y así disfrutamos al máximo. En cambio, si comparamos lo que está ocurriendo con la fantasía creada por nuestra mente, o con un recuerdo, nuestra atención está dividida y limitamos nuestro potencial para experimentar placer, pues ese potencial, se materializa cuando nuestra atención está en las sensaciones.
¿Sabías que todos los procesos de homeostasis en el cuerpo son placenteros?
Evolucionamos para que el cuerpo nos dijera cuando algo nos hace bien, porque se siente bien. Así que confía en tu cuerpo. Placentero y sostenido en el tiempo. Es bienestar a la larga. No es euforia ahora y “cruda” o rebote mañana. Es placer duradero, inducido por un bienestar y equilibrio en el movimiento de cambio.
Cuando nos entrenamos a involucrar todos nuestros sentidos en el disfrute de las sensaciones, hasta que se vuelva una segunda naturaleza, no necesitamos pensarlo durante los encuentros sexuales. Se vuelve un hábito con el que podemos dejarnos ir y soltar la mente para disfrutar en el cuerpo lo que está ocurriendo: olores, sabores, tacto, texturas, sonidos, vista y todas las sensaciones que vengan con ellas.
Digo que nos entrenamos, porque nuestra cultura muchas veces nos enseña a reprimir nuestros placeres sensoriales desde la infancia. Incluso a sentir culpa o pena por ello. Y es algo con lo que muchas personas adultas nos enfrentamos en la búsqueda por una vida más placentera, alineada con nuestros verdaderos deseos en vez de complacer las expectativas de la sociedad.
LA INTIMIDAD
Para sentir la seguridad que nos acompaña en la búsqueda por cumplir nuestros deseos, la seguridad que requiere lo erótico, para dejarnos ir sin miedo, de dejarnos ver en la vulnerabilidad de expresar nuestras fantasías y abrirnos en la experiencia con otra persona, la clave está en la intimidad.
La intimidad es vernos por completo, aceptar todo lo que somos sin juicio. Empieza por conocer y honrar nuestros propios deseos, en el autoconocimiento, y con otras personas, viene construyendo la confianza. Ahí es donde ser vulnerables, para salirnos de lo conocido y explorar nuevos territorios, se vuelve fácil. Es el requisito previo indispensable para las relaciones de dominación y sumisión. Donde los kinks se vuelven el campo de juego, y comunicar nuestros deseos y nuestros límites no implica un riesgo. Porque la intimidad es como un nido donde nos podemos desnudar de las máscaras y las pretensiones, y solo invitar las que queremos, si deseamos que sean parte del juego.
La palabra intimidad proviene del latín “intus” que significa “dentro”. Cuando sostenemos la mirada, procuramos el contacto, preguntamos abiertamente y damos espacio a respuestas honestas. Nuestros cuerpos empiezan a accionar en espejo. Nos reímos en conjunto, nos damos mutuamente actos de atención y cuidado, nos escuchamos. Cuando establecemos una conexión desde DENTRO, honramos nuestros deseos, y nos rendimos activamente en lo erótico, la sexualidad tiene el potencial de volverse un torrente de placer, donde se disuelven los límites entre afuera y adentro.
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Usos de lo erótico, lo erótico como poder.
James W. Prescott :
Origins of love and violence
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