Formas eróticas de follar
Fernando del Paso fue un poeta mexicano que tiene dentro de su prosa, una forma descriptiva en que las diferentes formas de encontrarse en una pareja las vuelve de un erotismo peculiar. Lo conocí curiosamente por una compañera de mi Servicio Social llamada Rocío y me lo entregó literal en un papel impreso, solo lo he hallado en redes. Por más que he buscado este material impreso no hallé nada.
Les comparto además de este un par más del libro "SONETOS DEL AMOR Y DE LO DIARIO"
ELLA Y YO HACÍAMOS EL AMOR
Ella y yo hacíamos el amor diariamente.
En otras palabras,
los lunes, martes y los miércoles
hacíamos el amor invariablemente…
Los jueves, los viernes y los sábados,
hacíamos el amor igualmente…
Por último los domingos
hacíamos el amor religiosamente.
Hacíamos el amor compulsivamente.
Lo hacíamos deliberadamente.
Lo hacíamos espontáneamente.
Hacíamos el amor por compatibilidad de caracteres,
por favor, por supuesto, por teléfono,
de primera intención y en última instancia,
por no dejar y por si acaso,
como primera medida y como último recurso.
Hicimos el amor por ósmosis y por simbiosis:
y a eso le llamábamos hacer el amor científicamente.
Pero también hicimos el amor yo a ella y ella a mí:
es decir, recíprocamente.
Y cuando ella se quedaba a la mitad de un orgasmo
y yo, con el miembro convertido en un músculo fláccido no podía llenarla,
entonces hacíamos el amor lastimosamente.
Lo cual no tiene nada que ver con las veces en que yo me
imaginaba que no iba a poder, y no podía,
y ella pensaba que no iba a sentir, y no sentía,
o bien estábamos tan cansados y tan preocupados que ninguno de
los dos alcanzaba el orgasmo.
Decíamos entonces que habíamos hecho el amor aproximadamente.
Muchas veces hicimos el amor contra natura,
a favor de natura,
ignorando a natura.
O de noche con la luz encendida,
o de día con los ojos cerrados.
O con el cuerpo limpio y la conciencia sucia.
O viceversa.
Contentos, felices, dolientes, amargados.
Con remordimiento y sin sentido.
Con sueño y con frío.
Y cuando estábamos conscientes de lo absurdo de la vida,
y de que un día nos olvidaríamos el uno del otro,
entonces hacíamos el amor inútilmente.
Para envidia de nuestros amigos y enemigos,
hacíamos el amor ilimitadamente, magistralmente, legendariamente.
Para honra de nuestros padres, hacíamos el amor moralmente.
Para escándalo de la sociedad, hacíamos el amor ilegalmente.
Para alegría de los psiquiatras, hacíamos el amor sintomáticamente.
Hacíamos el amor físicamente,
de pie y cantando,
de rodillas y rezando,
acostados y soñando.
Y sobre todo,
y por la simple razón
de que yo la quería así y ella también...
hacíamos el amor… voluntariamente.
NUEVOS SONETOS MARIANOS
I
Que te acaricie yo, tus pechos ave,
como rezar las cuentas de un rosario.
Y que mi amor badajo campanario
te lo repique yo, que yo te clave.
Que sean mis manos, de tus muslos, llave.
Tu rosa, de mis dedos, relicario,
y en su fronda la lengua de un canario
con mi lengua, la sal, que yo le lave.
Nada más eso pido, quiero, ruego.
A eso me dedico y a adorarte.
A quererte, y a eso, me consagro.
Y te juro, las manos sobre el fuego,
que volveré otra vez a codiciarte
cada vez que me cumplas el milagro.
PRIMERO SONETOS MARIANOS
II
Yo pecador, confieso que prefiero
al pozo virgen, la trillada noria,
que no te quiero pura y sin historia,
que sin altares
y ángeles te espero.
Yo pecador, confieso que me esmero
en no rodearte de una eterna gloria:
yo te quiero mortal y transitoria,
transitoria y mortal: así te quiero.
Yo pecador, te quiero desflorada,
con sollozos y muslos y agonía,
con temblores y pechos, con espasmos.
Te quiero sólo así, virgen de nada,
así quiero quererte y que seas mía:
con histerias y risas, con orgasmos.