De noches de copas con amigos tengo varias historias.
La primera que recuerdo es una que se remonta a mis tiempos de juventud muchos años atrás durante mis primeros años en la universidad.
Fue en una noche de verano, al comienzo de las vacaciones. En el pueblo donde me crie en la comarca del Bierzo. Estábamos esa noche un grupo de amigos y amigas. La mayoría nos conocíamos de los tiempos del instituto, todos del pueblo. Ese año casi todos estábamos fuera por razones de estudios.
Eramos un grupo de 4 o 5 chicos y 5 chicas. Me enteré un tiempo después que en el pueblo nos apodaban "Sensación de Vivir" por la serie de tv y lo pijos que parecíamos todos...
Recuerdo que esa noche, en la terraza de la cafetería Unión, entre café y café y copa y copa, con la música de Celtas Cortos de fondo (principio de los años 90) tenía sentada a mi lado a Valentina. Valentina era la hija de la farmacéutica del pueblo y cuando estaba de vacaciones solía hechar una mano en la farmacia.
Valentina se me acercó mientras los demás conversaban y reían y me susurró al oido: "¿Entonces tú todo lo tienes muy grande?".
Valentina era una chica atractiva. Pelo negro media melena ondulado, con un gran flequillo. Era de complexión delgada y con una cara con los perfiles muy marcados pero atractiva. Entonces estudiaba filología inglesa en el Reino Unido.
Valentina me preguntó lo que me preguntó porque esa misma semana, un día por la mañana había entrado en la farmacia de su madre con idea de comprar una caja de condones.
En esa farmacia los condones los tenían en un expositor tras el mostrador. No podías coger tú la caja (como sucede ahora en cualquier supermercado) sino que había que pedírsela al dependiente.
Y esa mañana la dependienta de la farmacia era Valentina. Y yo, por razón de mis casi 24 centímetros de polla en erección, le pedí la caja de los condones XXL.
"Uhhh, vaya vaya!!!" recuerdo que dijo Valentina con una amplia sonrisa y mirando hacía abajo (sin mirarme a los ojos) mientras me entregaba la caja de los Durex XXL.
"Pues ya ves..." fue lo único que se me ocurrió responder en esa situación.
Ahora hace muchos años que compro los condones por Internet, más que nada porque los que mejor se ajustan a mi tamaño y son más fáciles de poner son de una marca (MySize) que no se suele encontrar en farmacias.
Pero durante los años ochenta y noventa, en un pueblo pequeño como en el que yo vivía, lo habitual era comprarlos en una farmacia pidiéndoselos al dependiente o dependienta.
Claro, en los años ochenta y noventa el tamaño XXL todavía era como una novedad y siempre llamaba la atención ver que alguien los pedía o compraba. Obviamente nunca me decían nada, pero cada vez que pedía una caja de condones XXL no podía evitar imaginarme lo que pensaría el dependiente, especialmente si era una mujer...
Bueno, pues vuelvo a aquella noche de julio, en la terraza de la cafetería Unión (muy cerca de la farmacia de la madre de Valentina, por cierto).
"¿Entonces tu todo lo tienes muy grande?" me había preguntado Valentina, sentada a mi lado. Yo por aquel entonces, con 21 o 22 años lo cierto es que llamaba la atención. No era especialmente guapo de cara. Tenía la típica cara de empollón con mis gafitas redondas. Pero lo que destacaba de mí siempre ha sido mi elevada estatura (1.92m) que junto con mi complexión delgada siempre me hacía resaltar entre un grupo de personas como era el caso.
"Pues sí. Quieres verlo?" le respondí yo hablándole también al oido. Valentina asintió con la cabeza sonriendo mientras sorbía por la pajita del vaso lleno de piña colada con vodka.
"Vete al servicio" le dije dudando mucho de que me fuese a hacer caso. No pensaba que se atrevería. Pero lo cierto es que al momento se levantó y tras decirnos a los presentes: "voy a entrar, queréis que os pida algo?" entró en la cafetería.
Unos instantes después me levanto y me dirijo hacia la zona de los servicios al fondo de la cafetería (recien reformado su interior justo ese mismo año). Los baños eran muy modernos para la época y con cierto aire de diseño.
Valentina me esperaba con la puerta del WC de chicas entreabierta. Entré dentro y cerré la puerta. Fui directo al grano. De un tirón me baje a la vez el pantalón de pinzas de color negro y el boxer y mi gruesa polla de 22 centímetros en reposo quedó colgando entre mis piernas danzando de un lado a otro.
"La virgen, que pedazo rabo!" exclamo por lo bajo Valentina sentada en el inodoro del WC para cotemplar bien el espectáculo. Mientras, yo con mi pantalón y el boxer por los tobillos y con las piernas separadas empecé a mover mis caderas de un lado a otro haciendo que mi polla golpease larga, gorda y pesada contra mis ya bronceados muslos tras más de un mes de tomar el sol completamente desnudo en la piscina de casa (donde tanto yo como mi hermana nos bañábamos desnudos desde niños).
PLAS, PLAS, PLAS!!!... los golpes de mi polla larga y gorda contra mis muslos era lo único que se oía en ese WC mientras de fondo retumbaba la música de la cafetería. Recuerdo que se escuchaba la canción "La Edad del Porvenir" de Javier Alvarez, mientras sentía las manitas frías de Valentina agarrar tímidamente mi polla que a gran velocidad empezaba a llenarse de sangre palpitante poniéndose dura.
Con los ojos cerrados, acariciaba con mi mano el pelo ondulado y suave de Valentina mientras sus dos manos recorrían mi polla adelante y atrás y sus labios entraban en contacto con la punta de mi glande.
Fueron unos instantes con Valentina chupando mi polla mientras yo respiraba el dulce e intenso olor de su perfume de mujer. Sentado en la terraza de la cafetería no había percibido ese dulce aroma pero ahora, encerrados en el interior de ese WC el olor de su perfume lo inundaba todo.
Los casi 24 centímetros de mi rabo ya estaban empapados de la saliva de Valentina cuando yo de forma un tanto brusca por el calor del momento elevé su fina camisa blanca hacia arriba dejando a la vista un par de rotundas y grandes tetas blanquitas y con unas areolas rosadas presididas por dos grandes pezones totalmente erectos. Ciertamente no me las imaginaba tan grandes viéndola vestida. Acaricié sus pezones con mis dedos mientras Valentina chupaba mi polla.
Sin dudarlo le dije que se pusiese a cuatro patas sobre el inodoro, con los brazos apoyados en la cisterna, el culito en pompa. Le subí la faldita de cuero negro hacia arriba y sus braguitas se deslizaron hacia la mitad de sus muslos. Mi boca y mi lengua fueron directas a su coñito. Mi nariz en contacto con la piel de su culo me permitía respirar su aroma natural de mujer. Mi lengua ya habituada a succionar coños (y pollas también) martilleaba inclemente sobre su clítoris que sobresalía como un botón abultado asomando entre los labios externos de su coño.
Puse toda mi "sapiencia" comiendo coños al servicio de hacerle disfrutar y correrse a la mayor brevedad posible. Mi boca succionaba los labios de su coño y su clítoris. Y solo para recuperar aliento los soltaba unos instantes que aprovechaba para recorrer con mi lengua la distancia entre su coño y su ano, trazando círculos con la punta alrededor del mismo, dejándolo bien húmedo para retornar de nuevo a "martirizar" su clítoris.
Estaríamos así unos 4 o 5 minutos hasta que noté sus muslos totalmente en tensión y las sacudidas de su tronco y espalda mientras que con el brazo extendido hacía atrás me agarraba la cabeza empujándola contra su culito en pompa. Se estaba corriendo.
Yo no me corrí pero no me importó. Lo cierto es que ese breve e intenso encuentro en el WC de la cafetería sirvió de inició a una breve relación veraniega entre los dos durante la cual follamos tres o cuatro veces (ya en una cama y con penetración y orgasmos de ambos).